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Una de las formas en que la Zona Atlántica conoció el solidarismo

De una familia humilde de Agua Caliente de Cartago, Francisco Villavicencio Brenes, es el sexto hijo de don Amado y doña Olivia, quienes le inculcaron el respeto y la pasión por el  trabajo. “Mi infancia fue campesina, juntado café, ayudando en la industria del ladrillo, haciendo mandados y estudiando”, comentó Villavicencio, quién es padre de cuatro hijos y está casado con Teresita Rosales desde 1967.

Fue en el año de 1980, cuando Villavicencio Brenes, nuestro solidarista de la edición 69 del periódico digital Movimiento Solidarista, tuvo su primer acercamiento con el solidarismo. “Ya llevo treinta y pico de años laborando para este sector y me siento muy orgulloso”, mencionó con una gran sonrisa en el rostro “Chico”, conocido así por sus compañeros.

Villavicencio se ha desarrollado en el área de capacitación y asesoría, actualmente labora para el Movimiento Solidarista Costarricense y anteriormente formó parte del equipo de trabajo de la Escuela Social Juan XXIII.

Durante sus primeros años se desempeñó en la Zona Atlántica, en las fincas agrícolas y piñeras en Buenos Aires de Puntarenas. “Esto pasó a inicios de los 80s, en un principio llevaba el conocimiento solidarista al gran área metropolitana, ya del 85 en adelante me tocó llevar el solidarismo al Valle de la Estrella, Río Frío, Guápiles y el resto de Limón”, recuerda Villavicencio.

Cuándo el capacitador inició con su trabajo en las zonas del caribe, había un auge de los sindicatos, los líderes de estas organizaciones veían el solidarismo como una amenaza a la lucha que ellos estaban dando por mejorar sus condiciones laborales. “El sindicalismo mantenía una hegemonía –sobre todo el de izquierda-  en la relación laboral, cuándo se llegó con el solidarismo sintieron un  desplazamiento, e hicieron todo lo posible por atacarnos”, comentó Francisco Villavicencio.

Según mencionó el asesor, esto era toda una estrategia de ataque del sindicalismo al solidarismo, dada porque no se había comprendido en lo que consistía la idea el proyecto solidarista.

Sucedió que muchos de los dirigentes sindicales se dieron cuenta que no se desplazaría al sindicalismo, que más bien se brindaría ayuda a los trabajadores. Algo muy importante y que posiblemente ayudó a la aceptación del solidarismo en esta zona, fue que los dirigentes sindicales se convirtieron en dirigentes solidaristas.

Agregó que recuerda que había trabajadores que apoyaban todas las acciones en contra de la empresa, pero con la llegada del solidarismo se creó conciencia de la importancia de una buena relación obrero patronal.

Muchas personas en la zona Atlántica no se sumaban a los grupos sindicales, ya que en aquellos  tiempos a quienes los apoyaban se les señalaba como comunistas, pero vieron en el solidarismo la manera de externar sus opiniones de una manera más pacífica pasiva pero de alto impacto.

Una anécdota que trae al presente, fue una vez que estaba en una motivación solidarista con unos trabajadores de una empresa bananera “cuando de repente uno de los asistentes me atacó tan fuerte, percibí que no estaba en sus cabales. Luego me di cuenta que  tenía unos tragos, y me dijeron que así había amanecido y llegado. Pero después de ese angustiante momento, los mismos que me ofendieron, se acercaron para hablar conmigo y prontamente entendieron y aceptaron conocer el solidarismo”, recordó el asesor.

Aunque hubo muchas luchas entre ambas organizaciones laborales, se logró llegar a una estabilidad por ambas partes.

Francisco Villavicencio recuerda también que en la Asamblea de los Trabajadores del Banco Popular había una cuota mínima de solidaristas, y que gracias a la unión entre organizaciones representantes del solidarismo, se logró aumentar el número de delegados. “Me tocó motivar mucho la zona Atlántica para poder llegar a tener más presencia. Claro que hubo que recurrir a la Sala Constitucional, mediante un recurso de amparo interpuesto en 1996 por don Jorge Arturo Alvarado Cerdas del Movimiento Solidarista, para que la Ley ampliara la participación del solidarismo dentro de la asamblea, entonces así se llegó a tener la proporcionalidad. Pasamos de 20 que eran fijos hasta 96 delegados en ese tiempo”.

Luego de su recorrido y aporte al solidarismo, Villavicencio está convencido de que esta filosofía es una forma de enfrentar la vida con sus problemas y vicisitudes, es una contribución al desarrollo integral del ser humano, y una participación positiva al progreso del país.

Por todo el aporte dado al solidarismo durante tantos años, hoy se reconoce a este gran solidarista como un hombre comprometido, apasionado con su trabajo, gran colaborador y siempre dispuesto a ayudar. Villavicencio deja un mensaje a los que hoy forman parte y trabajan en el sector solidarista: “consideren que trabajan en un sector que contribuye con la paz, lo que es consecuente con el desarrollo de la persona y la empresa”, concluyó.




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