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Reportes y previsiones

De la semana recién finalizada logramos extraer datos provenientes de sendos reportes macroeconómicos que van a perfilar el devenir de la economía en los próximos meses.

El Banco Central de Costa Rica publicó su revisión del Programa Macroeconómico para lo que resta del 2019 y para el 2020.

No fue sorpresa que redujera el pronóstico de crecimiento del año. En enero lo había ubicado en 3,2%, cifra que llamó la atención de los analistas pues se antojaba generosa. Ahora, el ente recorta un punto porcentual el pronóstico de crecimiento y lo deja en 2,2%. Para los primeros meses del año el crecimiento observado se ha situado en 1,8% por lo que para llegar al nuevo pronóstico el cierre del año debe ser mejor que el arranque. Se espera que el sector Servicios crezca a mayores tasas que el resto de sectores y que se observe un mayor consumo de gobierno al cierre del año.

La meta de inflación se mantiene en 3% (±1%) pero en ese mismo acto el banco redujo su tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos. La dejó en 4%. Con el ajuste de la Tasa de Política Monetaria pretende enviar un mensaje claro al mercado de que desea crear condiciones para activar el alicaído crédito privado. Esto significa que no se esperan presiones en tasas de interés locales, lo que se apuntala por los resultados fiscales que también fueron presentados durante la semana.

En efecto, el Ministerio de Hacienda dio cuenta de buenos resultados fiscales.

Durante el año ha tenido éxito en las subastas y en la gestión de pasivos (canjes) por lo que entra a cerrar el año con un inusual “colchón”. En contraposición a lo que vivimos el año pasado todo parece indicar que en este no habrá retrasos en los pagos de los compromisos públicos, incluyendo salarios y aguinaldos.

El Ministerio anuncia que para lo que falta del año va a requerir 1,4 mil millones de colones, muy lejos de los 2 mil millones que necesitaba al cierre del 2018. Una buena parte de los recursos pretendidos ya los tiene en caja, y de camino están los US$1.500 millones por la colocación de eurobonos en los mercados internacionales, y otros US$850 millones en préstamos bilaterales.

Con este panorama no podremos esperar subastas de bonos de Gobierno en un ambiente de desesperación; como ocurrió el año pasado. Más bien el ente fiscal se dará el lujo de tomar aquellos recursos que por plazo y tasa le parezcan adecuados.

La menor disponibilidad de bonos fiscales hará que su precio aumente en el mercado secundario. Aquí se pueden cultivar ganancias de capital que ayuden en los resultados de los inversionistas. Pero debemos tener en cuenta que esas ganancias, ahora, deberán ser compartidas con el Gobierno, a través del nuevo impuesto a las ganancias de capital en el orden de un 15%.

Vidal Villalobos Rojas, economista.




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