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Arturo Fonseca Zúñiga ¡Hasta luego amigo solidarista!
Arturo Fonseca, es oriundo de El General de Pérez Zeledón, hijo de Francisco Fonseca y Trinidad Zuñiga, casado con Ana Lucia Agüero y padre de Jose, Marco y Mónica. Es un hombre silencioso, sus compañeros de trabajo lo describen como un colaborador siempre dispuesta a ayudar, le encanta compartir su conocimiento y escuchar a los demás.
Fonseca, inició su paso por el solidarismo hace más de 22 años, contador de profesión y con gran conocimiento en el sector solidarista, lo llevó a convertirse en el coordinador del departamento de asesoría solidarista del Movimiento Solidarista Costarricense (MSC), dónde laboró hasta el mes de octubre anterior.
“Yo me involucré con el Movimiento formalmente en enero de año 1995, varias años atrás colaboraba y participaba en capacitaciones que se brindaban en la organización”, comentó el asesor solidarista.
El pasado 2 de noviembre durante la celebración del Día Nacional del Solidarismo, Fonseca recibió junto con Francisco Villavicencio, también asesor solidarista, un merecido reconocimiento al haberse acogido a su pensión después de años dedicados al Solidarismo.
Fue en su hogar donde aprendió los principios de su vocación social, complementada con sus vivencias en la Iglesia Católica y su matrimonio, formó un carácter de entrega, con empatía para poder escuchar varias situaciones, colaborar con los demás, ser mediador en conflictos y brindar un auténtico servicio a las asociaciones.
“El Solidarismo en una genialidad, un producto de exportación que no se exporta porque es parte de nuestro estilo de vida, solo aquí podemos desarrollarla, es un gran aporte de don Alberto y de todos los que damos un granito de arena para que se fortalezca y favorezca la clase trabajadora de este país”, agregó el asesor.
Entre las labores realizadas en el MSC, Fonseca atendía consultas de las juntas directivas, además se dedicaba a constituir nuevas asociaciones solidaristas.
Pero una de las labores que más disfrutaba era la atención de asambleas. Viajó por todo el país, conoció muchas realidades de los solidaristas, hizo grandes amigos y se siempre se mostró con la mayor disposición para ayudar.
“Era la época lluviosa, íbamos camino a una asamblea en Crucita en un carro 4×4, cuando de repente veo cómo se crece un riachuelo y cubre la calle, vi para atrás y el agua ya me estaba dejándome sin salida, me fui a toda velocidad para buscar una zona segura, llegando a San Carlos, vi las canchas de futbol como lagos, bodegas con el agua al hecho, el río San Carlos se desbordaba, continué avanzando hasta salir a Naranjo. Sencillamente yo le daba gracias a Dios por haber podido salir de ahí”, recordó Fonseca, a quién hoy todavía se le eriza la piel al recordar.
Patricia López, asesora solidarista, laboró con Fonseca durante 12 años, en este camino, se convirtió en su aprendiz. “Yo siempre voy a estar agradecida con él, transformó mi mundo de muchas maneras, me instruyó y educó en el mundo solidarista, gracias a él ahora yo puedo exponer todo el conocimiento que me brindó. Siempre fue un respaldo en los momentos difíciles que he atravesado en la vida, más que un compañero de trabajo es un amigo real”, comentó López.
Elizabeth Céspedes fue también su compañera de trabajo durante 14 años, quién asegura que lo recordará como un gran amigo “él es una persona sumamente responsable de su trabajo, quién vino a ser un pilar durante el periodo de cambio del Movimiento, siempre tendrá toda mi admiración y cariño, es una persona muy especial. Lo llevo en mi corazón y lo voy a extrañar mucho. Espero que esta nueva etapa en su vida la pueda disfrutar al máximo y que no olvide que en el Movimiento deja amigos y una familia”, concluyó Cespedes.
Fonseca se despide del Movimiento social que por muchos años fue el sustento para su familia y dónde creó lazos de amistad y compañerismo perdurables en el tiempo. “La enseñanza más grande que me deja la vivencia en el MSC, es que la unión de voluntades y recursos pequeños pueden salvar vidas, dar techo, salud, estudio, calidad de vida en todo sentido. No hay que aportar mucho, es solo querer y sacrificar un poquito. El Solidarismo nos permite ser mejores seres humanos y mejor país”, concluyó.
Al consultarle que cuál es su aporte a el MSC, Fonseca se niega a responder, pero no es de extrañarse, don Arturo, como le llaman sus compañeros, siempre fue un hombre que supo responder como jefe, amigo y colega, una persona que demostró con cada una de sus acciones que lo importante no era el reconocimiento personal, sino el grupal, el que nunca dejó de dar gracias ni le arrebató el crédito del trabajo de otro colaborador.